Igual que son lo mejor que tenemos... a veces son lo peor que podemos encontrarnos. Deseamos muchas veces tenerlos, vivirlos, apreciarlos... y en ocasiones, los maldecimos, queremos quitarlos de nuestra vida, o cambiarlos por otros, porque no son los que queremos.
Los sentimientos. Esas pequeñas cositas que residen dentro de nosotros, y que son los culpables de tantas y tantas cosas... Más de las que apreciamos a la primera o a simple vista.
Pueden hacer que una noche sea de pesadillas, de despertar y despertar, de no conseguir descansar bien, y añadirle un dolor de cabeza indescriptible al levantar...
Al igual que pueden hacer que estemos con una sonrisa todo el día, o con un montón de mariposas u hormigueos en el estómago... Con la sensacion de querer saltar, o simplemente sentir tranquilidad, relajación...
Pero el problema llega, cuando nos encontramos en cualquiera de las dos situaciones y lo queremos es precisamente la otra, lo contrario... Porque no es conveniente estar en esa situación, porque no es lo correcto, o porque nos gustaría que las cosas fueran de la otra manera, porque sabemos que sería todo mejor, más fácil...
Y es que juegan con ventaja... porque aparecen, incluso antes de que nos demos cuenta. Y cuando nos damos cuenta de que están ahí, con nosotros, a nuestro... es bastante difícil volverlos al lado opuesto. Es complicado... pero no imposible... Cierto es, que existen casos extremos, pero si nos damos cuenta a tiempo y queremos de verdad, que se cambien... haremos todo lo que esté en nuestra mano para ello.
Es probable, o no, que nos llegue un día que nos arrepintamos de haberlos cambiado. Pero no podemos arrepentirnos de haberlo hecho... en la vida, hay que arrepentirse de las cosas que no hemos hecho, más que de las que hicimos, porque si en su momento, tomamos esa decisión, fue porque era la correcta... la que para nuestro propio bien, era la mejor....
"El camino más rápido hacia la libertad es sentir los propios sentmientos"
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